sábado, 24 de abril de 2010

Sobre la justicia universal

Impartir justicia es una misión muy delicada. Interpretar las leyes para dictar justicia no es algo que cualquiera pueda hacer, y las repercusiones de cada una de las decisiones de un juez son de suma importancia, ya sea para una persona o la sociedad en su conjunto.

Pero, ¿para qué existen las leyes? Lejos de ser un absurdo, esta pregunta es clave para entender el mundo en el que vivimos. Las leyes se crearon para definir de forma objetiva lo que es la Justicia, de forma que cada uno no utilice su visión de lo que es justo o no lo es. Pero el fin es la justicia y las leyes no son más que el medio.

Quizás ahí es donde aparece el concepto de justicia universal, que no es más que la extrapolación de la justicia de un país a todo el mundo: España puede juzgar cualquier delito cometido dentro o fuera de sus fronteras contra sus ciudadanos. Así es como la Audiencia Nacional ha juzgado o al menos investigado numerosos delitos contra la humanidad en todos los continentes.

Es bueno, muy bueno, que la Audiencia Nacional se declarase en su día competente para investigar estos delitos cometidos fuera de la jurisdicción española, para que en el mundo haya menos crímenes impunes.

Así las cosas, llega un juez español dispuesto a introducirse en el terreno del franquismo. Y algunas personas, lejos de haber superado una trágica etapa de nuestra historia y admitir que se juzgue lo que sea juzgable, tratan de acusar al juez de excederse de sus competencias. Es difícil de entender que después de juzgar o intentar juzgar a Pinochet, por poner un ejemplo, algunos traten de impedir que se investiguen delitos cometidos en nuestro país durante el Franquismo.

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